Contempopránea del Oeste: Fuegos de Alcazaba (La crónica parcial)

Badajoz. Alcazaba. 05-06/06/2015. Fotografías de Corredores de Ideas *

A los pocos minutos de finalizar la actuación, alguien querido y muy cercano recordaba los conciertos de Dire Straits (29/08/1992) y Sting (02/08/1993) en Cáceres, el primero de Bob Dylan en Mérida (12/07/1993) o el de Iron Maiden en Miajadas (11/08/1996), sí, hombre, cuando cerraron las casas por el pánico a los melenúos como si se prepararan para la llegada del huracán Melissa



En casi todos ellos nos tocó estar, y sí, ya se sabe que son épocas diferentes, biorritmos dispares y regustos cambiantes. 

Pero más allá del estilo de música, del planteamiento escénico, de la implicación del público, de los saltos que dimos o no, lo que realmente evocaba nuestro homie era el legado de sensaciones que han dibujado nuestra línea de la vida y la marca de permanencia que dejaron en las retinas de los que allí estuvimos. Lo de menos es, en el fondo, si nos entusiasman Pet Shop Boys o nos aburre el Bob Dylan prejubilado, o preferimos el concierto que los Maiden ofrecieron en Mérida en julio de 2008 antes que el de Miajadas. Es, al fin y al cabo, nuestra memoria musical y emocional la que anda en juego. 

En Cantarrana, por aquello de seguir siendo extravagantes, destacamos a uno de los nuestros al otro lado del río y de los puentes. En el cerro de La Orinaza, junto al Fuerte de San Cristóbal

El objetivo no era otro que observar desde la orilla hermana la colina fundacional de Badajoz envuelta en un desenfreno de luces de colores y rayos láseres. Los recuerdos de nuestro vigía adelantado son claros. Como si una gigantesca nave llegada de otros mundos aterrizara en el cerro de La Muela, en la cerca almohade, mientras veía a lo lejos y en pequeño las siluetas de los que asistíamos, abducidos, a una sinfonía bailonga y a los fuegos electrónicos de Alcazaba. Confiesa que por un momento creyó asistir en directo a la escena final de los encuentros en la tercera fase y que se ocultó por temor a que vinieran a por él. 

Por ello nuestro amigo le otorgaba la categoría de fundacional a este concierto-espectáculo-show-llámalo como quieras. Fundacional porque tardaremos tiempo en olvidarlo. Tardaremos tiempo en olvidarlo porque por un momento nos sentimos humanoides privilegiados en un espacio hermosísimo como la Alcazaba de Badajoz. Privilegiados porque pudimos ver entre las sombras a nuestro Rey, Al Mutawakkil, el que fue señor de estas murallas y de estos jardines, el que a la caída de la tarde organizaba fiestas para la poesía y el amor, de la misma forma que ahora escuchamos pop y electrónica rabiosa entre sus muros soberbios.



Unida está la Alcazaba también a la figura de Juana María de los Dolores de León, Juanita Smith, la joven que apareció como una virgen vestal entre los escombros de las murallas durante uno de los múltiples ataques a los que ha sido sometida la Badajoz eternamente sitiada. Un teniente inglés se prendó. Nunca sabremos si fue de ella o de la visión espectral. Humo. Olor a pólvora. Edificios destruidos. Cadáveres en las calles empinadas. Y sangre, mucha sangre. Juanita Smith fue una hija del asedio, pero además fue reina de la belleza y del saber estar en Sudáfrica, en India y en tierras británicas. Este año, Gecko Turner nos recordaba su historia justo a escasos metros de donde sucedió todo, y lo hacía acompañado de una superbanda, donde como siempre, y ya van años y quinquenios, aparecía el bajo de Álvaro Fernández, compañero infatigable de los días de rock eterno, y se hacía notar también, por supuesto, la guitarra de Rafa Prieto, el hombre tranquilo, y los coros fronterizos de Cira Fernández. ¿Volveremos pronto a Olivenza? Geko Turner presentaba disco. That place by the thing with the cool name. Detrás de este larguísimo título se esconde un manual de instrucciones maestro donde están todas las claves de la música negra, ambientes reggae, latinos, funky o soul. En el concierto, la nueva versión del Guapapasea, actualizada a los hábitos guasaperos de hoy, dio inicio a la epifanía colectiva. 

Dorian es un habitual de este festival en su versión original y alburquerquense. Pero en su presencia este año en Badajoz nos fuimos a por ellos. Se ha convertido, al menos transitoriamente, en una formación con cierto deje extremeño y del Oeste. Marcos Deker y Sol Vicente forman parte de la banda en directo. Ambos jugaban en casa. Y cómo se notaba. 

Dorian ofreció el concierto más exquisito del festival. Alguno pondrá el grito en el cielo, o directamente nos mandará al infierno. Da igual. La iluminación fría, inquietante, mortecina, casi expresionista por veces, te ofrecía pistas para decirte que estábamos ante una actuación diferente. Estética cinematográfica y de la desolación para un rosario de canciones que daban cuenta de su trayectoria musical de los últimos diez años. Fantástico. No tenemos más que decir.




Desde la Campiña llegaron hace unos años Mohevian. A principios de 2013 apareció su primer y glorioso trabajo Armas silenciosas para guerras tranquilas, un complejo título que nos evoca al Chomsky combatiente y que nos trae un pequeño tesoro de canciones luminosas que bien contrasta con esa Llerena de los tribunales, los esqueletos emparedados y los lugares de poder.

Las Armas silenciosas… sirvieron de base musical para su primer trabajo de larga duración. Catálogo de universos domésticos apareció a finales de 2014, y es el argumento sonoro que defendieron en este Contempopránea del Oeste. Y su defensa fue impecable, emocionante. Un directo sin concesiones. Mohevian está llamado a llenar páginas doradas en nuestra música popular si los fantasmas que a veces se esconden entre la niebla de los egos los dejan trabajar.

Ver en directo un concierto de Julien Elsie es asistir a una verdadera ceremonia del rock. De ese rock de tintes oscuros con aires, a veces, de letanía hipnótica que tanto nos gusta, y que posiblemente sea la mayor herencia recogida de The Animal Crackers, aquel determinante proyecto que nació en Badajoz a principios de los años 90 del pasado siglo y en el que comenzaron a brillar el que entonces se hacía llamar Julián L. C. y un tal Gecko Turner. Julien Elsie también presentaba disco a lo grande. Discazo editado a golpe de crowfunding. Resulta triste que un trabajo como 4 Stories from the edge haya podido ver la luz sólo gracias a la microfinanciación. Ya es disco de culto, y al mismo tiempo deslumbrante aunque sus paisajes sonoros tiendan a la introspección y a texturas crepusculares.

Tanto en el disco como en el concierto la guitarra de Andreas Barttol aporta a esas canciones un toque de hermosura armónica que acerca las canciones de J.E. hacia entornos menos sombríos, menos terminales.

Julien Elsie no disimula su filiación musical en la que se cruzan nombres como Leonard Cohen, Joy Division o Nick Cave, pero su trabajo es personalísimo y de un nivel artístico envidiable. Es uno de los grandes lujos con los que contamos en Extremadura. 

Para dejar más clara esa filiación, el concierto concluyó con un recuerdo a The Animal Crackers. Santo y Seña. Ex Libris. 



La comarca de Vegas Bajas siempre ha aportado nombres imprescindibles a nuestro mapa musical territorial. Nude, Súper 8, Akosados, Tomate Topo, Panorama, Vendetta, Kacho, Cajón de Sastre, Sheratán o la saga familiar García / San José son algunos de los ejemplos. 

En el cartel de este Contempopránea del Oeste aparecían dos nombres llegados de apenas unos kilómetros rumbo Este. 

Los Ganglios no tocan mucho, no bailan casi nada, no cantan…pero da lo mismo. Hay que verlos, disfrutarlos, saltarlos, brincarlos, reivindicarlos, jalearlos, darles la vuelta, vestirlos, desnudarlos y, sobre todo, aplaudirlos. 

Si se hubiera sido más arriesgado en la concepción de los horarios, y Los Ganglios hubieran salido al escenario bien entrada la noche, la Alcazaba de Badajoz se hubiera venido abajo. Y sí, son de Montijo, no son, como dice algún ignorante, una “banda barcelonesa”. Que son una “banda”, nadie lo duda. 

A mediados de concierto, una mujer aparece en el borde del escenario con una funda de guitarra a las espaldas. Se acerca. Desde la propia corbata alguien le indica algo. La vemos meterse en el backstage, y al momento vuelve a aparecer en lo alto del escenario. Se dirige a los músicos. Deja la funda. Le planta unos besos a los chicos y se va. Es nuestra madre, dice Xoxé - Pablo, entre aplausos de los asistentes. Algo se les habría olvidado en casa. ¿Serían los bocadillos? 

La estampa fue, sin duda, uno de los momentos más entrañables del festival. Pero también explica el tono familiar de Los Ganglios, y, por qué no, el talante irrespetuoso de la banda barcelonesa. Manuela Roque, cantante de fados en ciertos momentos de su vida y madre en todos ellos, colabora con sus hijos en algunos temas. Pero más que de una saga, en este caso nos quedamos mejor con lo de una banda, en el sentido cariñoso y canalla de la palabra. Si alguna vez Extremadura se deja ir a Los Ganglios es para dejarnos de mirar a la cara. Llevan ya algunos años sorprendiéndonos, fascinándonos. Si aún no los conoces, es que estamos dormidos. 

A poco más de cinco minutos de Montijo se encuentra Guadiana. Nacho Vicente llegó al Contempopránea del Oeste desde allí. Integral Bread es guadianero, pero también es nuestro productor-deejay-maestro de electrónica-llámalo como quieras más elegantemente internacional. 

Y no, Integral Bread no ameniza esperas para el comienzo de algún grupo en los escenarios principales. Integral Bread no pincha música para que brinquemos mientras preparan la batería de algún cabeza de cartel como si él fuera un cabeza de turco, un testaferro. Integral Bread no es uno más de la elevada densidad de población dj que supera los límites de sostenibilidad del biotopo festivalero. 



Y tampoco amenizan esperas de rockstars los hermanos Ares. Llevan ya muchos años haciendo de la electrónica y la cultura digital uma estranha forma de vida. En sus sets tan pronto los puedes ver enmascarados, agitando pancartas reivindicativas antisistema, metalizando las secuencias electrónicas u homenajeando a los héroes de Star Wars. 

Pero sobre todo nos gustan por su producción propia y por mantener una línea de creatividad tan coherente como hiperactiva. A menos que te despistas un rato, ya están presentando nuevo EP. Supersexy Sound System jugaban en casa también y disfrutaron como niños. SSS están pidiendo a gritos un montaje en gran formato, pantallas, robots y rayos láseres. Sería la bomba. 



Y qué mejor lugar para ver desfilar robots que este magnífico espacio de la alcazaba badajocense. 

Ya sabemos que no es la primera vez. Los Jacobos, otra de las debilidades de Cantarrana, ya anduvieron por aquí hace muchos años, el 1 de septiembre de 2001 si no nos falla la base de datos del Consejo Lusitano. 

Es lo más parecido que tenemos a un escenario para festivales a la europea, pero además tenemos algo que ellos quisieran. El recuerdo de la poesía y la música que aquí ya se disfrutaba hace mil años. 

Y al fondo, en la torre albarrana, entre las sombras, continuaba inmóvil el espectro de Al Mutawakkil contemplando cómo caía la noche sobre su jardín, su Munya, y recordando el juego de luces que para él eran los fuegos de alcazaba, y celebrando que por fin, y ya definitivamente, su ciudadela y su alcázar habían vuelto a la vida. 

Tan sólo añoraba algún poema, alguna canción venida de Lisboa, de allende los mares atlánticos, a donde alcanzaba su reino. 

P.D. Por aquello de los horarios intempestivos nos quedamos sin Gameboyz. Sólo el destino conoce si nos los podremos volver a encontrar el próximo año en este palmeral que engalana el Guadiana y corona la ciudad. De otros nombres ya se encargarán otros de hablar y recordar, porque hubo más. No olvides que esta crónica nació para ser parcial, es decir, nada imparcial. 

* Todas las imágenes son de Corredores de Ideas, excepto las de Integral Bread y algunas de Supersexy Sound System, que nos han sido cedidas para su uso no lucrativo.