De noche en noche, de blanco en blanco, de culo inquieto

Fotografías y collages de Corredores de Ideas.



Premisa 1
El Espacio [CO]NVENTO es una singular apuesta de carácter privado y de talante público que busca aunar el patrimonio rehabilitado, la formación, la cultura y el trabajo en grupo. Una casa de creación que pretende plantar su propio ecosistema dando vida a las ideas que nacen sobre una tablet o sobre una silla de pala de último diseño.

Enclavado junto a la Puerta de Palmas, recibe al visitante en silencio. Como el que se respiraba cuando cuentan que fue casa de oración. Hace más de quinientos años. El bar está al fondo, junto al huerto, y en la explanada nos acompaña una piscina que va cambiando de colores al llegar la noche y veladores de cuidada apariencia retro.

Y si te pierdes un poco podrás ver las salas de reuniones, los espacios expositivos y las terrazas que son azoteas de luz contemporánea. Y el claustro, que reparte paz y alienta sueños.

Nada es casual. El Espacio [CO]NVENTO es un recinto de 1000 metros cuadrados donde tienen cabida mil y una ideas.



Premisa 2
Pero antes de ser espacio, y después de ser convento, fue corrala y fue microcosmos y patio de vecinos con olor a puchero de garbanzos, y detrás de los tiestos de geranios se escondían las bolsitas de café Camelo.

Cuentan que allá por los años 60 vivía en esa corrala la mujer a la que llamaban La Cacereña, y cuentan también que en una de las puertas que daba al patio, antes de ser claustro exento, íbamos a comprar ese café de estraperlo.A donde La Morena.

Y dicen algunos que La Morena tuvo un hijo policía o guardia. En esos años no distinguíamos ni el rango ni el cuerpo. Guardias. Dicen.

No muy lejos andaba el señor Alberto Cachimba, el del Frente de Juventudes.

Contrabando. Mochileros. Salían de noche en noche. Vivían de blanco en blanco. Y no paraban. No podían parar. Una y otra vez trazaban la senda de los bastardos, como les llamaban en algunas lindes más al norte, por donde Marvâo.

Y seguían sin parar. Ni para tomarse su mijita de tazón de leche al acostarse.

Mientras tanto la vida en la corrala veía pasar las horas sin grandes aspavientos. A media mañana nos acercábamos al Bar Guadiana, el que estaba enfrente de la Puerta de Palmas, a saludar a los taxistas que llegaban de la comarca, y que hacían de la esquina y del bar, parada, siesta y estación rural.

Cuentan que en ese bar, en esa esquina, más de una vez vieron a los verdugos, a los últimos verdugos que tuvimos. No solían hablar mucho con los vecinos de la corrala ni con los taxistas. Pero todos sabíamos a qué se dedicaban.

A menudo íbamos también al Mercado de Santa Ana. A la Plaza Chica. Y los días de pescado recordábamos el olor del mar que nunca habíamos visto pero que imaginábamos cerca, muy cerca, porque a veces pasaba huyendo un marinero del puerto de Lisboa. Ni nos daba nombre ni parentela.

Cuando descansaba el día, y la luna andaba en fase triste, vuelta a empezar. De noche en noche, de blanco en blanco. De culo inquieto.



Realidad 1
El 05/09/2015 la esculturas de César David tomaron al asalto el Espacio [CO]NVENTO. En Ferrospectiva el escultor extremeño muestra un amplio resumen de sus últimos años de creación. Están presentes piezas de Conversas (2015), de Natura et Humanitas (2014), de Paisagens de montanha e agua (2012), de Lares y Hogares (2009) o de Linde (1998), series en las que el hilo que las une y que cose a buena parte de ellas habla del tránsito a través de los paisajes.

Preside esta exposición una silla pizpireta que encuadran los expertos en arte figurativo, pero que más bien se nos antoja en metáfora del movimiento perpetuo. Culo de mal asiento, que es como la titula el autor. De culo inquieto, de blanco en blanco.

Y es esa idea del movimiento y del viaje y del encuentro la que enmarca este muestrario de poéticas secuencias imaginadas en verso y forjadas en hierro y que nos descubren líneas en el horizonte. Sutiles perfiles de montañas. Infinitos que se cruzan en un punto de casitas que a buen seguro estuvieron sembradas de corralas y de vida. Citas imposibles de formas asimétricas moldeadas por el autor a modo de demiurgo, haciéndolas hablar entre ellas, dándoles conversa al calor de la chimenea. Figurillas andantes y vivarachas que emergen de la tierra y se elevan en equilibrio danzarín, casi circense, prestos a iniciar el viaje, de noche en noche, de blanco en blanco. Orografía humana, en fin, para arrebatos de la memoria contemporánea.

Y es que, en el fondo, esta síntesis, esta recapitulación que es Ferrospectiva no podía tener mejor escenario que el espacio de Joaquín Costa, 16, en Badajoz, en la raya, en donde no se hablaba, se mantenían conversas, en donde no había caminos, eran perfiles de lomas y de cerros y en donde llegábamos a las casitas de la frontera, junto al río, junto al paisaje de montaña y agua y de puentes que saltábamos en equilibrio torpe, casi de cine mudo, prestos a volver a casa, a la corrala de Joaquín Costa, 16, en Badajoz, y esconder el café debajo de la cama y detrás de los tiestos de geranios que engalanaban el patio, antes de ser claustro. De noche en noche, de blanco en blanco, de culo inquieto.



Realidad 2
Han pasado cincuenta años, y la señora Pili cuando entró en el claustro, antes de ser patio, recordaba el olor del puchero de garbanzos. Fue en La Noche en Blanco. Un sábado de septiembre. El primero del mes. Abría sus puertas este itinerario artístico, este camino hacia el tiempo de la presencia perdida que es Ferrospectiva.

Y para la ocasión, Amelia David, bailarina y actriz, en nombre de la Liga de la Ciencia Pagana hizo otro viaje hacia ninguna parte. Las luces las puso Jesús García. Ramón Castuera montó la escena y el tránsito. Náufragos, en la forma, fueron los que trazaron la Senda de los Bastardos. Náufragos, en el fondo, somos todos. Y no los vemos llegar a nuestras playas. Las que nunca tuvimos. Hace tiempo que perdimos el horizonte y que abandonamos los paisajes de montaña y agua.



Oeste. Septiembre. Ocho. 2015