Cáceres, Canción triste de Blues Street

Presentaciones sobre fotografías de Corredores de Ideas.



Por muchas vueltas que se le den, no resulta fácil encontrar acomodo. La Ciudad Monumental está sembrada de pequeñas plazas. Acogedoras, multiformes, encajonadas, con escaleras, con rampas o inclinadas, pero no se levantaron para montar escenarios de estructuras metálicas que hay que calzar cada medio metro.

Tampoco se levantaron para el rock o el blues o los tambores de Burundi.

Cuando no son las monjas del convento, son los clientes del hotel de enfrente, o la terraza de la fundación o los dulces sueños episcopales o las estelas del museo que se resienten con las vibraciones que provocan los decibelios.

El caso es que Cáceres no encuentra la solución definitiva. No es fácil, repeat. El barrio intramuros no cuenta con espacios claros en los que disfrutar de conciertos o del teatro. Las Veletas te obligan a tapar la fachada del museo y a deslavazar los cantos de maitines, San Jorge es un desencuentro de intereses, Santa María no tiene formas definitivas y un año el escenario está aquí y al año siguiente en el lado contrario de la plaza.

No existe en la ciudad un San Benito como el de Alcántara, o el Palmeral de la Alcazaba de Badajoz, o el parque de los Milagros de Mérida o la Torre Lucía de Plasencia.

Sí, está la Plaza Mayor, pero es muy mayor. Por demás. Y es lugar para otros menesteres y otras ferias. El Foro de los Balbos ya hace tiempo que se convirtió en territorio urbano, y los habitantes de la Nación Capucha hicieron de él su particular Foro Provincial. Y que no lo cambien. Escuchar Hip Hop en este rincón no tiene precio. Al final va a resultar que el barrio monumental cuando mejor luce es durante el recorrido sobrecogedor del Cristo Negro o con el mercado medieval y su inevitable dosis de caspa.

A pesar de ello la gente del Blues lleva ya 6 años intentando convertir el otoño cacereño en un escaparate de músicas alejadas del mainstream.

Y bien que lo consiguen. Los hemos visto en San Jorge en la cara B, los hemos tenido en Santa María, en la cara A, por la tarde con los carritos de los niños dando la murga, por la noche, con los perros desatados y las campanas de la catedral avisando de las once, y los hemos sentido, siempre, soportando los conatos de botellón y el vocerío de una parte del público que sube a la Ciudad Monumental a que me da lo mismo que sea blues o música tirolesa, total, no le voy a hacer mucho caso…

Así que les deseamos larga vida a las canciones tristes que se visten de blues. No debe ser sencillo sacarlo a la calle o a las plazas de Cáceres el Viejo.

Ya si eso, algún día, tendremos que hablar de los grupos de versiones. Aunque aquí lo llamen interpretar standards, como en la casa vecina del jazz.

Mientras tanto disfrutaremos de voces como la de Dani Wilde o de presencias como la del tejano Memo González y su inolvidable e imponente concierto.

Mientras tanto, también, la ciudad seguirá buscando acomodo para instalar sus músicas de otoño. No lo va a tener fácil. Ojalá lo consiga.








Oeste. Octubre. Cuatro. 2015.