Cuentan que fue en la primavera de 2007. En las Hurdes. En las tierras del norte. Hacía algunos años que ya funcionaba el Casar de Palomerock. Por allí habían pasado ya Los Jacobos, Bucéfalo, Sínkope, Kolifa, La Taberna de Moe o Ázido Sulfúrico, y renombres de fuera, claro.

Con Sublevados siempre hubo una química especial, una querencia. Cuentan que su manager es casareño, y quieras que no, algo influye. Y cuentan también que en los momentos más complicados del festival y del rock en el norte, siempre han estado Sublevados. Cuando se les ha llamado, han vuelto.

Un día de primavera de 2007 los fieles de la sublevación se lo quisieron agradecer. Y desde entonces Casar de Palomero cuenta con un monumento dedicado a los Sublevados. Eduardo Béjar, alcalde en esos tiempos, tuvo mucho que ver.

No resulta fácil encontrar monumentos dedicados al rock y a las músicas en nuestros pueblos. Los hermanos Escobedo tienen en la Vera su Plaza Sôber. En Almendralejo, junto al silo, está la calle de la Música. En Badajoz, Porrina nos recibe desde su pedestal al llegar a la Plaza de la Soledad. En Badajoz también la peculiar Rosa Morena es recordada por allí por donde San Roque. En Cáceres hubo intentos con un busto dedicado al maestro Solano. En Mérida, a buen seguro, llegará el día de los Bucéfalo (mucho está tardando ya). Algún otro ejemplo que se nos escape y poco más. Nuestros callejeros y rotondas no parecen muy proclives a recordar canciones y soniquetes.



El festival desapareció. Cuando algunos entran por la puerta del backstage, el rock sale por las ventanas. Huyendo del ruido malo. Pero la gente de la noche no se amilana, y a la mínima vuelven a sacar de los paragüeros las banderas para ondearlas al viento hurdano.

Sublevados vuelve a Casar de Palomero. Se han juntado con bandas amigas para organizar las trincheras. En tiempos de rabia hay que echarse a las calles y ordenar los modos de resistencia.

Junto con Caskarrabias y Desastre, la buena gente de Sublevados volverá a fotografiarse delante de su escultura del guitarrista y firmarán una vez más en el libro que les une de por vida a Casar de Palomero, el libro de la fidelidad.

Luego estarán en Mérida y Badajoz, según cuentan. Adentrándose en las trincheras, recolocando la resistencia. Son días de rabia. De rabia hurdana. Llueve a cántaros. Y conviene ponerse las máscaras y vaciar los paragüeros.



P.D. Carlos Masegosa, Carlinos, los conoce bien. Con Bucéfalo han compartido escenario en varias ocasiones. No hace muchos meses el acueducto de los Milagros, en Mérida, patria bucéfala, se anunciaba a bombo, platillo y timbal el Gastromusic Festival. Por momentos llovió a cántaros. Y el escenario se tapó. Y la música calló. Los amplificadores no saben de paraguas. Alguien tuvo la idea de bajar al Bujío. Y allí improvisaron una noche mágica. Pregunta a Carlinos. Sin rastro de lo gastro. Sólo rock.



Oeste. Octubre. Quince. 2015.


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