El Cortejo del Aleluya
Castelo de Vide encandila con su singular rito de pascua

By Corredores de Ideas.



No se lo digas a nadie. Los turistas se cuentan con los dedos de una mano. Al llegar la noche han desaparecido camino de algún hotel en Portalegre o en Valencia. O han vuelto a Évora o a Cáceres.

Llueve. Hace frío. La plaza está vacía. Tan sólo las figuras en modo escultura contemporánea de la oficina de turismo. La mitad del pueblo está en la iglesia matriz. La otra mitad estará en sus casas, esperando la hora.

Algunas sombras cruzan bajo los paraguas por la fachada de la cámara municipal. Poco a poco se va arrimando gente. Familias enteras. Niños con sus peluches de apego. Todos llevan escondidos bajo las capas alentejanas algo. No sabemos qué.

La iglesia está a rebosar. No cabe un alfiler. El olor a incienso enaltece el espíritu y calienta un poco los pies.

En media Europa en ese momento celebran la Vigilia Pascual. En Castelo de Vide entonan salmos al compás del órgano.

Y de repente el rito se tiñe de campanillos atronadores. Decenas, cientos, casi miles de cencerros, de chocalhos, atronan el gigantesco templo parroquial. Los llevaban escondidos bajo las capas alentejanas.

Esa misma mañana, junto a la matriz, ha tenido lugar la bendición de los rebaños, la Bençâo dos Borregos. Los pastores invaden la plaza. Por la noche alguno se acercará en secreto a pedir perdón por sus faltas.

No, no es la fiesta judía del Yom Kipur. Pero lo recuerda. Aún puedes entrar en la pequeña sinagoga de Castelo de Vide. En la planta baja verás cientos de cencerros colgados del techo. El cordero pascual.

Conviene viajar en el tiempo. Durante el siglo XV, y en mitad de lo oscuro, cuentan que por el camino de Portagem, cercano a Marvâo y a Valencia, vieron pasar hombres y mujeres con una estrella de David en una mano y el edicto de expulsión en la otra. Y la Raia, el margen, fue su nueva casa. Belmonte. Castelo de Vide. Segura de León. Alburquerque.

En la Raya, donde habitar en tierra de nadie es ley de vida y ya están acostumbrados a convivir en los costados y en los límites, acogieron de buen grado a los nuevos expatriados, nada opusieron a sus costumbres. Habitaron intramuros y en armonía con el resto de la población.

La Pascua Judía, la salida de Egipto, cuando mataron a los corderos con cuya sangre untaron las puertas para que no matasen a los primogénitos de los hebreos, está muy presente en el Sábado de Aleluia castelovidense.

Y aquí, en Castelo de Vide, cuando finaliza la larguísima ceremonia de vigilia, las puertas de la matriz se abren de par en par, y los fieles van abandonando el templo haciendo sonar sus campanillas.

Y es entonces cuando comienza la algarabía. Ya se han acercado todos a la plaza. Que nadie duerma porque ha comenzado la Chocalhada. Las calles de la villa recuerdan que durante la Cuaresma no había fiestas, ni bailes, ni alegría, y que en señal de penitencia y espera del Día de la Resurrección, los pastores colgaban campanillos y cencerros a sus rebaños. Ese día de gloria como no podían acceder al templo con los animales, eran ellos los que portaban los cencerros.

Y es entonces cuando da comienzo el rito, el recorrido junto a la banda municipal. Ahora aparecen por una bocacalle estrecha, después por el paseo central, más tarde bordeando coches mal aparcados. Se ha ido la lluvia. Ha amainado el frío. Parece que los elementos quisieran saludar y reverenciar a la sinfonía pastoril ensordecedora que de pronto ha impregnado el aire de la sierra, de la Raya, y que llega hasta Portagem, por donde en tiempos entraron los marginales.

Nos cuentan que allá arriba, en Marvâo, todos los sábados de pascua, a eso de la media noche, el viento lleva a su castillo los ecos de los cencerros que recorren Castelo de Vide para celebrar su Cortejo del Aleluya, y nos cuentan, también, que la abuela Ana Paula se acerca al aljibe del castillo a entonar antiguos salmos bíblicos.

No se lo digas a nadie. Los turistas se cuentan con los dedos de una mano. Al llegar la noche han desaparecido camino de algún hotel o han vuelto a casa. Las vacaciones están a punto de concluir, pero qué a gusto se está en Castelo de Vide.



Oeste. Marzo. Veintisiete. 2016.