Sábado de Gloria en las montañas. La Crónica Parcial
Castillos, cementerios y encuentros en el parque


By Corredores de Ideas / Cantarrana



Estación 1
Montánchez está encaramao en lo más alto de las montañas. ¡Menudo control del territorio!

Dicen que aquí se maduran muy buenos jamones. Nos consta. No es de extrañar. Aquí en lo alto el aire es puro, incluso hasta el humo del tabaco en las terrazas de la Plaza Mayor a primera hora de la mañana, recién llegados desde las torres y su curveteo repleto de saltos, y después de haber sorteado callejas y callejinas para no toparte con el mercado de los sábados.

Todo el mundo conoce el castillo que gobierna la población. En sentido literal. No todos conocen el cementerio. Algo tiene esta casa de silencio que le hace ser uno de los camposantos más peculiares de Europa, y así está testificado en esos premios que organizan ahora para atraer turismo.

El cementerio está adherido como una lapa a lo alto de las murallas del castillo, en la ladera de las montañas, y con unas panorámicas impresionantes. Desde sus tumbas se divisa media Extremadura.

No deja de ser contradictorio que las mejores vistas de nuestro territorio las tengan las personas que yacen en ese cementerio. Por eso hay que verlo. En cuanto nieve volveremos a este espacio tan sobrecogedor, a este lugar que recibe al visitante con una inscripción algo inquietante, perturbadora.

"Templo de la verdad es el que admiras /No desoigas la voz que te advierte, / Que todo es ilusión menos la muerte.

Mansión es esta de silencio y calma. /Ve, solo al hombre pecador aterra. / Aquí vuelven los cuerpos a la tierra / Y a nueva vida se despierta el alma."

[Antecedentes]



Estación 2
Es hora de bajar al mundo de los vivos. Qué mejor para un Sábado de Gloria que el restaurante Las Glorias. Hay que reponer fuerzas de tanta cuesta. Torre de Santa María. La sobremesa se atraganta con un pinchazo. Cosas que pasan cuando uno se va de safari por las montañas.

[El Sábado]



Estación 3
El objetivo final es Valdemorales. Apenas 200 habitantes. Escondido y agazapado entre las curvas de los cerros de San Cristóbal, del Pajar, del Águila o del propio Cerro Limón, Valdemorales está asociado al principio de los tiempos del Parque Sonoro, cuando este festival acogía distintas formas de rock y antes de redirigir su mirada temática a la música que llaman indie, y antes también de iniciar un periplo trashumante que le hizo salir de la Sierra de Montánchez y llegar hasta Badajoz, Cáceres o Don Benito. Así que en este 2016 Parque Sonoro volvía a sus orígenes.

Hay que tener narices para convocar a lo más granado del indie patrio, pop y rock, en un pueblecino crecido al calor de la ruta de comerciantes y ganaderos venidos a menos y que encaminaban sus pasos a las tierras castellanas, allende las fronteras.

Tan sólo conocemos una experiencia similar en el intento, aunque sus sonidos son otros y su acogida es  multitudinaria. Alpedrinha se llena de tambores y cencerros todos los meses de septiembre en torno también a una ruta, la de la lana, un camino antiguo que nacía en Los Barruecos y terminaba en las nieves de Estrela.

Hay que tener narices y salir indemne del invento. Algo tiene de aventura, de viaje con encanto, de propio safari, de delta interior.

Y todo ello a pesar de que cuando llegas al pabellón te encuentras con un mercaillo de difícil contextualización, de presentadores que dan paso a los artistas y de eso que llaman pinchadiscos. ¡Cuánto daño ha hecho el Womad!

El encanto está en los grupos de jubilados que se asoman al portón abierto de par en par invitando a la tarde a sumarse a los guitarreos, en la terraza del bar de al lado, probablemente el Hogar del Pensionista, que hoy dispensa bocadillos calientes.

Lo del mercaillo no lo pillamos. Las obviedades innecesarias de los presentadores, tampoco.

Y los pinchadiscos, menos. Una vez más nos perdimos a los hermanos Ares. Pero claro, no puede ser que les pongan en el cartel a mediodía o a media madrugada. Como para animar el cotarro. Supersexy son algo más que una pareja de hermanos pinchadiscos, y aunque llevan un tiempo sin presentar material nuevo, seguimos pensando que su lugar es otro. Es una de las referencias básicas de la electrónica extremeña y como tal han de ser considerados. El cotarro que lo animen otros.

Nos gustaría verlos en un encuentro con quien antes firmaba como El Tío tumbao, por ejemplo. Distintas formas de ver la música de máquinas pero ambas necesarias y, casi siempre, invisibles y enmascaradas frecuentemente entre fiestas y barriladas.

Fônal no deja de ser, en el fondo, otra manera hedonista pop y bailable de entender la electrónica. Fueron los primeros a los que vimos en el pabellón multiusos.

Un pabellón construido para acoger todo tipo de eventos locales y de reivindicación colectiva menos para la música. No es el único multiuosos cuyo uso para el rock es inviable. Conseguir un sonido decente en estos pabellones de fútbol sala y comilonas comunales es un misterio. A pesar de ello, y suponemos que después de una dura batalla contra los elementos, el sonido conseguido era, al menos, digno. Así que nuestra felicitación a la parte técnica.

Fônal presentaba sus nuevas canciones. Aunque, como era de esperar, fueron su Tormenta eléctrica y su Hello Hello los momentos más celebrados entre el no muy numeroso público.

A buen seguro que cuando se incrusten en las orejas inquietas temas como No nos damos cuenta o No has cambiado, el abanico del disfrute se ampliará. Los nuevos temas no son de los que entran a la primera, por eso su regusto y paladar durará más. No son de consumo rápido, pero los jamones de Montánchez también son de maduración y afinados lentos y ya se sabe.

Junto a Mohevian, la buena gente de Local Qua4tro eran, a priori, los objetivos fundamentales de esta visita, rápida, de urgencia, parcial, al Parque Sonoro.

Lo que pasa con Local Qua4tro sigue cabreando un poco mucho. Los veratos con residencia en Madrid / Ancha es Castilla continúan construyendo con una facilidad pasmosa canciones redondas, secuencias deliciosas. Pero por alguna desconocida y misteriosa piedra del camino no acaban de explotar y de vender discos y conciertos como roscas de San Blas. Sus directos son escasos, a veces muy escasos. Pero intensos, siempre muy intensos. Verlos, aunque sea con doce personas, es puro deleite. En Valdemorales recorrieron lo mejor de su repertorio. Siguen sin hacer en directo Hoy, su tema menos pop, pero no se lo echaremos nunca en cara. Su propuesta es inapelable. Y allá donde vayan nos encontrarán. En primera fila.

Lo de Burgim fue brutal. Sin duda, la sorpresa de esta crónica parcial. Búrdalo nos tenía acostumbrados a esos aires cercanos al folk y sus baladas entrañables a medio tiempo y esos toques de sensibilidad casi escondida, casi disimulada. Le obviamos incluso esas tonadillas que huelen a ukelele, esa moda que tanto nos aburre y que se asocia a cantautores/as aburridos/as del mundo.

Su último trabajo, The way that you smile, era un encantador repertorio para escuchar de una tacada un sábado por la tarde.

Pero lo que presentó en Parquemorales suponía una vuelta de tuerca (de acero, para más señas). En formato de trío, y con un bajista descosido, Burgim descargó un repertorio tremendo. Se nos hizo corto. Muy corto. Tremendo por lo eléctrico, tremendo por el nervio rockero, muy rockero, tremendo por lo inesperado. Lo dicho, brutal.

David Delgado es algo más que un cantautor. Y sobre todo cuando se junta con Rubio Salas. Su música está impregnada de ambientes casi sicodélicos. Universos, su último trabajo, constituía el argumento fundamental de su presencia en el Parque Sonoro.

Cuando escuchas Universos parece que navegas hacia lo ingrávido y por ello había ganas de verlo por primera vez en directo. Excelente concierto, por cierto, , que coincidió con la aparición, al otro lado del cerro, de una maravillosa superluna llena y serrana que iba asomándose tímidamente y que parecía quererse unir a esta comunión interestelar que propone DA y que tanto nos sorprendió. Pues sí, nos encandiló su propuesta. Y habrá que seguirles de cerca.

Y dejando esa superluna a nuestras espaldas volvimos a la carretera, de camino a casa. Nos dejamos sin ver y disfrutar a Mohevian. Pero no se puede tener todo en esta vida. Hay obligaciones que no podemos ahuyentar.

Nos hubiera gustado escuchar en directo también, quizás por última vez en los escenarios, a Lich y Bloomington, que aparecían reunidos para homenajear al antiguo Zorrock. Y, por supuesto, a Subterráneos, aunque a ellos los teníamos más recientes, y a Blue Chicken, porque aún no los hemos visto sobre un estaribel, y no será por falta de ganas.

Y volviendo al curveteo y los saltos incómodos de las Torres dejamos atrás un largo, denso e inigualable Sábado de Gloria que comenzó entre los muertos y acabó con un Parque Sonoro más vivo que nunca. Larga vida al Parque. Volveremos a Valdemorales, y no será de paso.

[Los músicos]






[El Vídeo / Resumen by Art Risi]



By Cantarrana / Corredores de Ideas. Oeste. Octubre. Veintiséis. 2016.


[Otros Sábados de Gloria]




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