By Cantarrana


Supimos de su existencia el 27 de mayo de 2016. En Mérida. En el Cerro de San Albín, donde antes hubo un santuario persa y una ermita y un mercado y ahora pisas en el suelo, en el albero cuando vas a los conciertos.

Aunque la ceremonia en ese lugar sagrado esta noche estaba presidida por el eco y el reclamo de Bucéfalo que nos mostraba a su nueva criatura, y a cuyo encuentro y llamada asistimos como una antigua corte de creyentes, a media tarde, aún con sol, nos encontramos con las guitarras flecha que asociamos del heavy metal.

Bien es verdad que no es la hora más apropiada para asistir a este tipo de ceremonias.

Nos gusta más la noche, las luces que disimulan los burladeros, las sombras que proyectan el movimiento de las melenas al viento, a quien le quede pelo para poder jugar con él, claro.

Ícarus abrió el paso al rito. Escucha tu dios. Allí estuvimos cámara en mano para recordar este momento.

Pocos meses después Ícarus saca a la luz En el suelo. Su primer disco. Todo el proceso ha estado en manos de la propia banda. La grabación, la edición y la mezcla. Y con sus historias sobre el laberinto y los descensos a los infiernos.

En estos momentos los nombres son David Chamorro a la batería, Javier Casas y José L. Tejero a las guitarras, Nacho Gaspar en el bajo y Raúl Morales se encarga voces. Paso lento sin mirar atrás.

A estas alturas, y con la que está cayendo, el que en Extremadura, en Badajoz, de donde procede la banda, alguien se meta en esos berenjenales es muy de agradecer.

En el suelo contiene 10 temas. Algo más que un escaso EP.

Ellos hablan de Metallica, Slayer, Pink Floyd o Alice in Chains. Es algo más que un simple listado de nombres. Es una declaración de principios. No esperes un disco lineal. Trash, Heavy, Rock o voces oscuras conviven a lo largo de su recorrido musical. Laberinto de conciencia.

Como la cabra tira al monte, a nosotros nos encandilan más los momentos oscuros o esas secuencias que recuerdan el rapmetal descarnado, Tu dios o Nunca es suficiente, el tema que cierra el disco y que es como nuestro pequeño himno de los últimos meses.

Y es que el origen de Ícarus responde a miembros que llegan de distintas fuentes sonoras, de diversas influencias, y ese detalle se deja ver en este disco. Un buen intento de crear su propia personalidad. Un susurro inanimado.

Te gustará más o menos esa estética de grupos asociada a las guitarras flecha, te placerá poco o nada la chulería jevi, pero no hay duda de que este disco es un proyecto serio y muy cuidado. Y que Ícarus tiene los pies en el suelo. Sin aliento. Una búsqueda de su propio universo musical que, a buen seguro, irá creciendo en futuras entregas.

P.D. 01. Si no conoces la historia de Ícaro y su padre Dédalo, y el Laberinto de Creta y el Minotauro, ahora es el momento. Aunque sea a tiro de la Wikipedia. En los textos de algunos de los temas nos van dando pistas.

Siempre incierto hacia ningún lugar. Buen vuelo le deseamos a esta banda. Un vuelo seguro. Ha pasado tan sólo la mitad del año. De este 2017. Pero será difícil que en este mundillo metalero encontremos un disco tan trabajado y tan currado en nuestra casa. Una buena dosis de metal.

P.D. 02. Ellos no usan la tilde para el nombre de la banda. En nuestro caso, como somos así como somos, lo usamos. Aunque en el fondo es lo de menos. Lo importante es lo que disfrutamos escuchando este disco. Laberinto de conciencia filológica.

[Ícarus]




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Oeste. Julio. Ocho. 2017.