Un reportaje de Cantarrana / Corredores de Ideas



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Van en formación casi militar. En silencio riguroso. No bailan. No tocan. No cantan. Pero hay que verlos al menos una vez en la vida.

Estar sentado en la plaza del pelourinho de Alpedrinha y escuchar, poco a poco, cómo se van acercando con su sonido monótono, telúrico, atávico, el de la memoria, y se aproximan como fantasmas por las calles empedradas camino de Picadeiro, eso, no tiene precio.

Son los Chocalheiros de Ficalho, y sólo por ellos merece la pena haber estado y volver una y otra vez a Chocalhos en este 2017.

Acompáñales en silencio. Siguiendo el ritmo de las zumbas que hacen sonar y viajarás a tiempos arcanos, a la Edad de Oro, a la curva da estrada de Pessoa.



Como cada septiembre Chocalhos vuelve a Alpedrinha. El festival de la trashumancia se ha instalado en la Beira Baixa, en la Cova da Beira, en la Serra da Gardunha, y se ha convertido en una dulce orgía de sonidos llegados desde donde ya no nos alcanzan los recuerdos. Bombos, concertinas, pífaros, gaitas de fole, reco reco, acordeones y cencerros, muchos cencerros. Muchos chocalhos. Y la presencia imponente del palacio de Picadeiro, vuelto a la vida definitivamente después del abandono al que estuvo sometido durante décadas. Todo acaba y comienza en Picadeiro.



Chocalhos no es un festival folklórico de la sección femenina. Nada más lejos de la realidad. Chocalhos es otra cosa. Chocalhos es la fascinante presencia de los Chocalheiros de Ficalho o los incansables y descarados elementos del Grupo de Bombos Só Pedra venidos de las tierras de Coimbra, de Portunhos. Sin olvidarnos de los bombos de Nisa y de la vecina Covihâ, o el grupo de concertinas de los paisanos de Sequeira.

Si esperas un rato subido en las gradas del pelourinho, los verás pasar a todos y dedicarte unos minutos. Y verás cómo va apareciendo la luna sobre la Serra da Gardunha apuntándose también a la fiesta, porque durante esos días Alpedrinha es un auténtico festín. Para poner el oído. Para abrir los ojos. Para disolverse mientras cae la noche entre la procesión de gente subiendo y bajando de Picadeiro, y dejarse llevar por el ritmo de los bombos. Y perseguir a los chocalheiros para arrancarles una sonrisa. Verás que no es fácil. Están en su papel. Y su papel sobrecoge.

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Como cada septiembre Chocalhos vuelve a Alpedrinha. Como cada septiembre por allí nos podrás encontrar. Pura devoción. Ya habrá otros momentos para ir a buscar ovnis a lo alto de Gardunha. Ahora toca el equinoccio. El paso de los rebaños.



Y los ovnis a lo mejor te los puedes encontrar un poco antes. En junio, durante el Solsticio. La Serra da Gardunha es un lugar mágico, y allí dicen y cuentan que acontecen cosas raras. Durante el Solsticio, el 21 de junio de 2015, los iniciados subieron a lo alto de las montañas para ver el amanecer. Salieron sobre las 4 de la mañana. Allí, en lo alto, les esperaba el percusionista Luis Carlos Gámez para saludar al sol.  

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Dicen y cuentan que fue una experiencia mística. Y es que todo lo que sucede en Alpedrinha, en Gardunha, tiene algo de esotérico. Algo de Extravagante.



Y claro que Uxu Kalhus, con ese nombre, no podían haber faltado al festival Chocalhos. Allí actuaron bajo las piedras del Palacio de Picadeiro, ante el monumental Chafariz de D. Joâo V. Uxu Kalhus lo lleva en el propio nombre. Es algo así como la transcripción fonética de Os Chocalhos. Los cencerros. Sus conciertos son inolvidables. Porque, afortunadamente, están como un cencerro.

Una mezcla loca de folk, rock, jazz, mazurcas, corridinhos y algo de ska.

El centro de operaciones, cómo no, lo tienen en Évora, pero andan repartidos por medio oeste. En 2012 publicaron este maravilloso disco.

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Y quienes pisarán este año de 2017 el palco de Picadeiro llegan desde Olivenza.



De Acetre poco más se puede decir. Cuarenta años sobre los escenarios.

Como cada septiembre Chocalhos vuelve a Alpedrinha


[Como un cencerro en la radio]




[Especial Alpedrinha]

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Oeste. Septiembre. Trece. 2017