Un reportaje de Corredores de Ideas



LoJavier Alcaíns // Surimono
Montánchez 
Mar / Abr18

Para el año nuevo que en esa época comenzaba en primavera. En Japón, antes de abrirse al mundo. En los tiempos de la pintura de los rincones del agua. En los años en lo que casi todo pasaba por Kioto, donde residía el emperador. Luego llegó Tokio, la capital del Este.

Y cuando la pintura era un capricho y un privilegio de la corte y la aristocracia, nació el ukiyo-e, la pintura del mundo flotante. Eran grabados en madera y se hacían en blanco y negro.

A mediados del XVIII Suzuki Harunobu nos lo mostró en rica policromía, y con los colores llegaron los actores de teatro kabuki, geishas engalanadas, héroes de la tradición popular, los luchadores de sumo, los paisajes naturales y urbanos, los pájaros y las flores, o las mujeres realizando labores del hogar o tocando algún instrumento, y, al fondo, siempre, el monte Fuji.

En ese siglo conocen su esplendor los surimonos, las tarjetas de felicitación para el año nuevo y que no se vendía, se ofrecían como regalos delicados. Y en cada tarjeta un poema. Un poema loco, que llamaban. Un tanka o un haiku. Y color, mucho color.

Y son estas felicitaciones las que llegan a Extremadura de la mano de Javier Alcaíns.

El ilustrador y poeta extremeño ya diseñó para el Plan de Fomento de la Lectura del gobierno extremeño tres series La palabra pintada, El bestiario de iluminaciones y Fábulas de Oriente: los cuentos de Calila y Dimna.

Ahora los Surimonos están en Montánchez, pero son series que nacen con el objetivo de itinerar, allá donde se las solicite, en los colegios, en las casas de cultura, en las bibliotecas, en los centros de estudios.

Tan sólo hay que pedirlas y mimarlas, porque estos surimonos retratan un espíritu delicado y refinado. Retratan la pintura y la poesía. Y las alegrías de la vida.


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. Oeste. Marzo. Veintiséis. 2018