Un reportaje de Corredores de Ideas



A decir verdad estábamos deseando que se fuera el verano. Demasiado calor para vivir. Demasiado sol para pensar. Demasiado sofoco para atravesar la ciudad y llegar al otro Cáceres, a pasar un rato en el estudio del escultor.

Así que llegue septiembre. Y algunos han retomado el trabajo a lo bestia. Al ritmo que marca la radial. ¿Te imaginas a Teseo luchando a puño cerrado con el Minotauro? ¿Ejecutando una inquietante coreografía de fuego efímero? En este Teseo saltan chispas.

El señor de los premios está construyendo formas de leer la euforia. Piezas que dan miedo. Pero no te las voy a enseñar. Todavía no. El escultor las guarda como un tesoro. No vayas a la Mejostilla, porque encontrarás las puertas cerradas. Ya habrá tiempo de sacarlas al sol del otoño por aquellas calles cuadriculadas del parque de naves y talleres gemelos.



Si conoces el parque, al atardecer, cuando encienden las farolas, las callejas que separan y dividen las naves dibujan perspectivas algo siniestras. Y si encima te encuentras con las piezas nuevas del escultor olvidarás que estás en el otro Cáceres. En el otro y en el uno. Existen fotografías robadas al escultor en las que junto a un pequeño personaje, un hombrino, se eleva, amenazante, gigantesca en proporción, la primera de las últimas piezas del autor. ¿Has visto La Guerra de los Mundos? Pues eso.

Pero no te las voy a mostrar. Septiembre es así. Qué le vamos a hacer. Haciendo pruebas, ahora quito, ahora pongo, después lo rehago, ahora le paso la radial, joder, me faltan metros de acero corten, y por fin me cuadra. Septiembre es el mes del haciendo catas, comenzando proyectos, delimitando propuestas futuras, buscando argumentos.

Ha llegado el otoño y por fin podemos sacar la bici y recorrer el parque. Es lo más llano que existe en la ciudad, así que hay que aprovecharse.

Dejaremos tranquilo un rato al escultor. Tanto soniquete a veces aburre, por muy otoñal que sea, y por mucho que lo diga el mismísimo Valle Inclán.

Luego seguiremos robándole fotos.

Y puestos a saquear hombrinos, aquí una muestra. Él no lo sabe, pero las hemos ido guardando en un cajón, mientras se enfriaban las cocacolas zero zero y dábamos buena cuenta del kinder chocolate de media tarde. No adquieren, de momento, la categoría de piezas. Son pruebas de artista, así que no te confundas. Que no queremos broncas con el escultor.



Lo que no son pruebas, más bien realidades puras, son las deliciosas piezas que el escultor fabrica para que otros las guarden en el salón de casa y las muestren a los amigos como el que enseña el vídeo de la boda, pero en plan cool. Los premios. Por algo es el Señor de los premios.

Los San Pancracios, los San Lorenzo, los San Popeye o los gatos gatunos de la Sierra son algunos ejemplos que han pasado por sus manos y por su ciencia, y luego han ido a otros regazos. Si te das una vuelta por las redes podrás ver muchas imágenes de estanterías con sus premios. Si entras en los perfiles de la flor, la nata y la espuma del cine y el pop patrio, los podrás ver.

En los estantes de la exótica Lucía Bosé, la irreverente Josele Román, la matriarca de los Bardem, La Bien Querida, con su pop creado en Hornachos y Carmen Machi, José Coronado, Botto, Noriega, Santiago Segura, La Verdú, nuestros Juan Margallo y José Vicente Moirón, y un montón de apellidos ilustres que no te damos por no aburrirte. Él pone el premio, y el resto extiende la alfombra roja.

Y mira que le hemos dicho que se deje de tanta alfombra roja, porque ahora porque estamos en septiembre, en el tiempo de las ideas, pero cuando llegue octubre esa nave se volverá a convertir en un trajín de coleccionistas, artistas, estudiantes de grado, herreros aventureros y mirones curiosos. Y esa puerta corredera nunca se cierra. Eso parece una sesión continua de puertas abiertas. Sólo la falta extender la alfombra al amanecer. Oye, que esta tarde vienen las señoras de Madrid a llevarse un par de piezas. El lunes he quedado con el coleccionista de Alicante que va camino de Lisboa y se va a llevar aquella escultura que llevamos al campo. El día 10 viene un autobús de artistas y comisarios. Y luego los estudiantes de la facultad con María del Mar. Mi amiga de la Vera se quiere llevar unas cuantas para exponer en su delicioso patio de turistas. Sí, un auténtico trajín.

Por precaución, uno que lo es, a veces tiene que esconder el kínder chocolate y la merienda y la cocacola zero zero. No hay para ofrecer ni una jícara para cada uno. Así que a esperar a que se vayan para poder merendar. Y si no, a dar una vuelta con la bici, que en octubre es tiempo de llanuras y pedales. Y recuerda que ese estudio es lugar de reflexión y de creación. No es el chiringuito para que tú vayas a montarte un picnic. Para eso te vas al ferial. Con los del botellón.

Dame un rato. Ahora bajo al Psicopompo, que estoy terminando el premio de Basilio Martín Patino.

Mientras en la radio que cuelga en la pared suenan los nuevos temas de Dorian. En versión acústica. Es otoño y es tiempo de sonatas.




[El escultor y otras ferropestivas]

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. Oeste. Septiembre. Dieciseis. 2016